Este verano hicimos intercambio de casas, y nos fuimos de viaje familiar a Inglaterra.
El tema del intercambio de casas (aprovecho para recomendarles a todos esa modalidad de viaje) se hacía antes con publicaciones anuales, que incluían el catálogo de casas disponibles, por lo que tenías que comprar corriendo la guía y llamar a las que te interesaban para intentar cerrar un acuerdo con los respectivos dueños.
Hoy en día con Internet esto ya no es necesario. No tardaron en surgir webs dedicadas al intercambio de casas, muchas de ellas intentando hacer negocio.
Navegando un poco me decanté por Home for Exchange, la web de Ans Lammers. En aquel momento había una oferta para apuntarte gratis, ahora creo que hay una cuota anual (estas cuotas evitan también que se apunte cualquier menda de broma).
Al final nos gustó la bonita casa de los Forsyth en Surrey, y a ellos les gustó nuestro bungalow en Puerto Rico, y todo quedó arreglado: 15 días en las afueras de Londres, en un precioso chalet con jardín.
Para organizar visitas por Inglaterra una buena ayuda fue la web de Pictures of England, con información de multitud de pueblos y aldeas de todos los condados.
Además de los días que pasamos en la propia Londres pudimos hacer excursiones a Windsor, Oxford o Brighton.
En resumen, una agradable experiencia y una buena forma de viajar en grupo y para estancias largas sin arruinarte en hoteles.
A lo que iba, que tras cualquier viaje como éste todos terminamos con memorias llenas de fotos, que pasamos al disco duro, luego a un CD o DVD, giramos las que están al revés, borramos las que salieron mal, les ponemos nombres más descriptivos, y a veces hasta las imprimimos a petición de madres y suegras, gastanto tinta en color, papel fotográfico y sobretodo tiempo.
Ante esta situación caótica comienzan a tener cada día más auge los álbumes digitales, que desechan todas las ventajas de la era digital, la ubicuidad y alterabilidad de los sistemas de información y los algoritmos de compresión JPEG para a cambio tener en nuestras manos el viejo álbum de toda la vida.
Dicho y hecho, me bajé el programa de Hofmann, me pegué dos tardes componiendo y maquetando páginas, y encargué 3 copias del álbum de 70 páginas (vienen a ser unas 300 fotos en cada álbum).
A los pocos días recibí los álbumes en mi propia casa, y pude comprobar la buena calidad de las páginas y de la encuadernación.
En resumen, todo un acierto. Porque, seamos sinceros, si tienes el álbum en la estantería del salón le puedes enseñar unas cuantas fotos a los colegas, pero meterles el CD en el ordenador o el DVD para verlas no es lo mismo.